El caballo es un animal que necesita unos cuidados constantes, sobre todo en sus extremidades, ya que éstas soportan un gran peso debido a las dimensiones de su cuerpo.
Las extremidades de los caballos son bastante delgadas y finalizan en pequeños pies pero, a pesar de esto, pueden llegar a alcanzar velocidades muy elevadas, solos, cargando con un jinete o realizando trabajos que le supongan un mayor esfuerzo físico.
En primer lugar es muy importante contratar un seguro de caballos para que se encuentre protegido ante cualquier accidente que pueda tener.
Los cuidados específicos en estas zonas no son tan importantes si el animal vive en libertad, pero si no, resultan indispensables, porque cualquier molestia hará que las patas de deterioren con mayor facilidad. Es una atención básica que no debemos pasar nunca por alto.
La mayoría de las consultas realizadas a los veterinarios en relación con nuestros caballos están relacionadas con el cuidado de las patas y sus cascos.
Para conocer el cuidado de los cascos, en Micompi, comparador de seguros de caballos vamos a explicar primero qué es y de qué partes está compuesto:
El casco de un caballo está compuesto por una sustancia similar a la uña del hombre, lo cual lo protege del desgaste. Une el casco al hueso entrelazándose con unas hojas semejantes situadas en las láminas insensitivas del casco. Su crecimiento va desde los 5cm mensualmente.
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- La pared: es la zona exterior, la parte del caso visible cuando el pie apoya el suelo. Su crecimiento es hacia abajo, desde la corona.
- La suela: es la parte ligeramente cóncava cuya misión es proteger el casco de las lesiones. Hay que tener mucho cuidado con esta parte, ya que es muy delgada.
- La ranilla: es el mecanismo amortiguador y antideslizante, que facilita que el casco se extienda y contraiga en cada paso. Esta parte es fundamental mantenerla bien limpia para evitar problemas en el casco.
Una buena limpieza diaria de los cascos contribuye al buen estado de las extremidades de los caballos.
¿Cómo limpiar los cascos?
El momento más idóneo para hacerlo sería justo antes y después de la monta. Hay que eliminar la suciedad desde el talón hasta la lumbre con un producto llamado “limpiacascos”, que debe ser de una calidad buena, para evitar posibles problemas provocados por usar productos inadecuados.
Debemos tener cuidado de que el producto no penetre en las zonas blandas de la ranilla, que debe estar siempre limpia. Esta parte es de las más sensibles y a la que hay que prestar más atención, ya que en sus surcos se pueden incrustar piedras o elementos punzantes, y puede ser el lugar donde se alojen bacterias, por lo que es un foco de infecciones. Hay que tener mucho cuidado a la hora de lavarla y que quede perfectamente limpia.
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Si detectamos que por esa zona se desprende mal olor, es que se ha producido una infección grave y es cuando hay que proceder a la limpieza completa del casco, aplicando agua oxigenada.
Para terminar con la limpieza, debemos comprobar si la herradura está en buenas condiciones, es decir, si se encuentra bien colocada y los remaches bien apretados.
Es importante realizar esta limpieza diariamente ya que es la única forma de detectar algún posible problema en los cascos del caballo, sino el problema podría agravarse y que el caballo terminara cojeando.
Además de la limpieza de los cascos, es muy importante mantener en condiciones óptimas el establo, con una cama seca y limpia, ya que no hay nada más destructivo para los cascos que el amoniaco de los desechos equinos y de la cama en descomposición, además de la humedad.
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