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Un gato en verano

La primavera va tocando a su fin con unas temperaturas que van en ascenso para dar paso al verano. En época estival, no solo nosotros, sufrimos las altas temperaturas, también nuestras mascotas las sufren en mayor o menor medida, por eso la necesidad de tener un seguro de salud.

Si hay un animal del que hay que estar muy pendiente en verano, es el gato. Los felinos se pasan todo el invierno buscando un rayo de sol o la parte más cálida de la casa para tumbarse y hacerse un ovillo. Una labor que en verano les resulta más sencilla. Por ello, es importante tomar ciertas precauciones y, así, evitar sustos.

Fuente: buenhabit.blogspot.com

Al igual que el perro, el gato no posee glándulas sudoríparas, así que elimina el calor corporal a través de la lengua. Por ello, pasan más tiempo lamiéndose y así conseguir estimular la evaporación de la temperatura corporal. Esto provoca que la frecuencia de cepillado también sea mayor para evitar la acumulación de bolas de pelos en su estómago y facilitar la expulsión del calor corporal. Esta labor se complica cuando se trata de gatos de pelo largo. Su pelaje facilita la aparición de nudos y enredos que dificultan la pérdida de calor por parte del animal. En este sentido, el peluquero puede ser de gran ayuda en verano.

Que los gatos son unos enamorados del sol, está claro. Pero no por ello están exentos de sufrir un golpe de calor. Si observamos que el animal jadea, que aumenta su ritmo cardíaco y que su lengua y encías se vuelven de un color granate, debemos acudir a nuestro veterinario. Para evitarlo, acondicionaremos zonas con sombra y ventilación para nuestro gato y dosificaremos el tiempo de juego y ejercicio.

En cuanto a la ventilación, ojo con las ventanas. En verano es habitual tenerlas abiertas y la curiosidad innata del felino le llevará a explorar qué hay más allá. También hay que ser cautos con el aire acondicionado. Debemos mantener una temperatura correcta y evitar que incida directamente sobre nuestra mascota, ya que puede provocarle dolencias como laringitis, rinitis o faringitis.

Evidentemente, el agua es un factor esencial que no hay que olvidar. Los gatos, por naturaleza, no suelan beber mucha agua. Para estimular su consumo es aconsejable separar el comedero del bebedero, que éste sea amplio y de color claro, porque a los gatos les gusta ver el fondo y, lógicamente, cambiar el agua con asiduidad para mantener la claridad y la frescura.

Fuente: elsecretodelosgatosfelices.com

Otro de los cometidos fundamentales en verano será proteger a nuestro gato de los insectos y parásitos, puesto que, en esta época, proliferan y es más fácil que afecten a nuestra mascota. Para ello, será útil el uso de productos antiparásitos y poder contar con la atención y consejos de nuestro veterinario.

Por último, hay que saber que, al igual que nosotros, nuestro gato también está expuesto a los efectos de la radiación solar. Es decir, pueden sufrir quemaduras y otras afecciones en la piel. Podemos evitarlo utilizando cremas solares para gatos. Es importante que la aplicación se produzca en pequeñas dosis para que el gato no pueda lamerla.

El gato es un animal curioso e inquieto que no nos pondrá las cosas fáciles y nos tendrá entretenidos todo el verano.